En nuestra vida cotidiana, el tiempo está hecho de apremios, pero también de esperas. Y es precisamente en los paréntesis de la acción -como sucede, por ejemplo, en los trayectos en metro o autobús, en los viajes en tren o avión y en la consulta del médico o del dentista- cuando tenemos la mala sensación de perder miserablemente el tiempo en una espera poco fructífera y sobre todo aburrida. Llenar estos largos momentos con una actividad mental gratificadora está al alcance de la mano. Es cuestión de adquirir la sanísima y estimulante costumbre de llevar en el bolsillo o en el bolso un libro bien escogido y llenar todos los momentos de tedio con lecturas fascinantes. Sin embargo, cuidado: no vayan a pasarse de estación.
La propuesta de Navona para hacer que las esperas resulten placenteras es ofrecer al lector y lectora esta cuidada selección de cuentos, firmados por escritores de una gran categoría literaria, especializados en esta clase de obras, en las que en poca extensión se condensa un mundo fantástico de relaciones e ideas. La mezcla de autores y estilos nos procurará diferentes emociones: risas (Twain y Saki), angustia (Poe), melancolía [Clarín), indignación (Caldwell), sorpresa (Wharton), asombro (Darío), aflicción (Dickens), amargura (Harte), horror (London) o clemencia (Collins). Y, probablemente, adicción a un género literario, el cuento, del cual Henry James dijo que es el punto exquisito donde acaba la poesía y empieza la realidad.
En nuestra vida cotidiana, el tiempo está hecho de apremios, pero también de esperas. Y es precisamente en los paréntesis de la acción -como sucede, por ejemplo, en los trayectos en metro o autobús, en los viajes en tren o avión y en la consulta del médico o del dentista- cuando tenemos la mala sensación de perder miserablemente el tiempo en una espera poco fructífera y sobre todo aburrida. Llenar estos largos momentos con una actividad mental gratificadora está al alcance de la mano. Es cuestión de adquirir la sanísima y estimulante costumbre de llevar en el bolsillo o en el bolso un libro bien escogido y llenar todos los momentos de tedio con lecturas fascinantes. Sin embargo, cuidado: no vayan a pasarse de estación.
La propuesta de Navona para hacer que las esperas resulten placenteras es ofrecer al lector y lectora esta cuidada selección de cuentos, firmados por escritores de una gran categoría literaria, especializados en esta clase de obras, en las que en poca extensión se condensa un mundo fantástico de relaciones e ideas. La mezcla de autores y estilos nos procurará diferentes emociones: risas (Twain y Saki), angustia (Poe), melancolía [Clarín), indignación (Caldwell), sorpresa (Wharton), asombro (Darío), aflicción (Dickens), amargura (Harte), horror (London) o clemencia (Collins). Y, probablemente, adicción a un género literario, el cuento, del cual Henry James dijo que es el punto exquisito donde acaba la poesía y empieza la realidad.
(Londres, 8 de enero de 1824 - ib., 23 de septiembre de 1889) fue un novelista, dramaturgo y autor de relatos cortos inglés. Fue muy popular en su tiempo, dejando escritas 27 novelas, más de 60 relatos cortos, al menos 14 obras de teatro y más de 100 obras de no ficción.
Es considerado uno de los creadores del género de novela policíaca, a través de una narrativa caracterizada por la atmósfera de misterio y fantasía, el suspense melodramático y el relato minucioso. Sus obras más conocidas son La dama de blanco (1860), Armadale (1866) y La piedra lunar (1868).
Mark Twain (Samuel Langhorne Clemens, 1835-1910), pasó su infancia a orillas del Missisippi. En 1847 se inició en el oficio de tipógrafo. Más adelante fue piloto de barco de vapor, soldado de la Confederación y minero: hasta que comenzó su carrera periodística. A partir de 1862 logra uan gran notoriedad como orador y adopar el seudónomo de Mark Twain. Encontces comienzas sus ciajes ocmo coreesponsal a Hawai, Europa y Oriente Próximo, hastyq eu se traslada a Europa y recorre Canadá, Islas Fiji, AUstralia, Nueva Zelanda, la India y Sudáfrica.
Sus obras más significativas son: Las eventuras de Tom Sawyer, Mi vida en el Missisippi, Las aventuras de Huckleberry Finn, El prícipe y el mendigo, Un yanqui de Connecticut en la corte del rey Arturo, Siguiendo el ecuador, Cabeza hueca Wilson y El hombre que corrompió a Hadleyburg.
En 1900 Twain regresó a EEUU y se incorporó en la Liga Antiimperialisra. Publicó Los diarios de Adán y Eva, su famoso Soliloquio del rey Leopoldo, El forastero misterioso y su Autobiografía.
Edith Wharton nació en Nueva York en 1862. Su nombre de soltera era Edith Newbold Jones. Su familia era de clase alta, comparable a la aristocracia europea, y consecuentemente recibió una esmerada educación privada.
Antes de cumplir los cinco años viajó por primera vez con sus padres a Europa. En 1885, cuando tenía veintitrés años, Edith se casó con Edgard (Teddy) Robbins Wharton, doce años mayor que ella. Se divorciaron en 1913 a causa de las repetidas y públicas infidelidades de su marido, que afectaron mental y físicamente a la escritora y que motivaron que tuviera que ser ingresada en una casa de reposo.
Su primera novela, El valle de la decisión, se publicó en 1902: un romance histórico que transcurre en la Italia del siglo XVIII. El año siguiente publicaría Santuario, y en 1905 vería la luz su primera gran novela, La casa de la alegría. En 1907 se estableció definitivamente en Francia, donde se convirtió en discípula y amiga de Henry James. De esta época destaca su novela corta Ethan Frome, una trágica historia de amor entre personas corrientes ambientada en Nueva Inglaterra, que se publicó en 1911. Su obra más conocida es La edad de la inocencia, publicada en 1920 y ganadora del premio Pulitzer en 1921.
Edith Wharton está considerada la más genial novelista americana de su generación, admirada por intelectuales de la talla de Henry James, Francis Scott Fitzgerald, Jean Cocteau y Ernest Hemingway. Falleció el 11 de agosto de 1937 en la localidad de Saint-Brice-sous-Forêt, cerca de París.
(1812-1870) fue un prolífico escritor y uno de los autores más influyentes del siglo XIX. Títulos como David Copperfield, Oliver Twist o Canción de Navidad, entre otros, han conseguido gran popularidad y continúan siendo grandes éxitos de público en el día de hoy.
Sus obras, además de ser un preciso retrato del siglo XIX, destacan por el uso de la ironía y el humor, por su carga de crítica social y por su repertorio de memorables personajes construidos con todos los matices del carácter humano.
(Boston, 1809-Baltimore, 1849) vivió una vida marcada por la necesidad y la desgracia: huérfano desde muy pequeño, escritor profesional con constantes altibajos económicos, viudo tras el fallecimiento de su joven esposa, su prima Virginia Clemm. Pero su obra sentó las bases de la literatura del futuro. Si el genio es la capacidad de «crear un tópico nuevo», como afirmaba Baudelaire (que lo tradujo y vivió poseído por este «escritor de los nervios»), de Poe surgen las reglas más fecundas de la literatura moderna. Por ejemplo, las del flaneurismo y el individuo perdido entre las masas de las ciudades. O las del cuento de terror psicológico, del que fue maestro en piezas célebres como «La caída de la Casa Usher» o «El corazón delator». O los elementos que definen el género policíaco, con las historias protagonizadas por Auguste Dupin, el primer detective. Poe fijó incluso las claves de una poesía moderna, urbana y «desromantizada» que da pie a las vanguardias del siglo XX y llevó a Stéphane Mallarmé a definirlo como «el dios intelectual de su siglo». Su muerte, con apenas cuarenta años de edad (¿alcoholismo?, ¿sobredosis?, ¿suicidio?), sigue siendo un misterio.