Hay un indudable carácter autobiográfico de estos dibujos y escritos. En cada día vivido queda como sedimento, o como magma confuso, un cúmulo de afectos e ideas. Emociones, sentimientos placenteros o dolorosos. Temores y dudas. Y también pensamientos. Hay una necesidad de catarsis, de expresión, de ser transformado en algo más afín, más asimilable, con mayor integración al yo, y cercanía a la consciencia. A lo largo de años dedicados a un trabajo sin relación con la escritura o la pintura, he usado dos vías para realizar aquella tarea, de abstracción y condensación. Esporádicamente, sin continuidad (a excepción de un diario). La vía visual, manual, y la vía verbal. En ambos casos están presentes esos componentes catárticos, expresivos, de búsqueda estética y de conocer. Este último aspecto parece menos evidente que los anteriores. Sin embargo, tanto en la imágenes como en los textos aparecen elementos (no infrecuentes), de los que no tenía conocimiento a pesar de haberlos creado. "Alguien" dentro mío los puso allí. Son ocurrencias complementarias. Hablan en distinto dialecto, pero hablan de lo mismo.