Liliana Weinberg parte de la idea de -buena fe- como enfoque central de la escritura de Montaigne y de los principios en los que se basa (juicio, razón y experiencia). El aspecto más importante del ensayo es el mismo proceso del pensar, es decir, se convierte en el género autorreflexivo por excelencia. La autora destaca la concidencia entre el descubrimiento del Nuevo Mundo y la fundación del nuevo género. En América Latina, la proclama de la buena fe se enlaza en el ensayo con una doble angustia por las cuestiones de la legitimidad y la representatividad de la palabra. Por eso, la exigencia de la buena fe se convierte en una preocupación permanente de muchos ensayistas latinoamericanos.