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Una sociedad -hace- sus locos, define su situación de locos y crea, para ocuparse de ellos, una institución que sólo puede transformarlos en -objetos-. No es posible rechazar esta objetivación sin cuestionar tanto las instituciones psiquiátricas en su funcionamiento actual como la psiquiatría misma, al psiquiatra en su posición de representante del grupo dominante y a las ciencias sociales a las que se refiere la psiquiatría. Sin embargo, no se niega la realidad de la locura. Lo que se pone en duda es su asimilación a una enfermedad cuando constituye, más bien, la mostración de un desorden que sólo por apresuramiento se ubica esencialmente en el sujeto.
Una sociedad -hace- sus locos, define su situación de locos y crea, para ocuparse de ellos, una institución que sólo puede transformarlos en -objetos-. No es posible rechazar esta objetivación sin cuestionar tanto las instituciones psiquiátricas en su funcionamiento actual como la psiquiatría misma, al psiquiatra en su posición de representante del grupo dominante y a las ciencias sociales a las que se refiere la psiquiatría. Sin embargo, no se niega la realidad de la locura. Lo que se pone en duda es su asimilación a una enfermedad cuando constituye, más bien, la mostración de un desorden que sólo por apresuramiento se ubica esencialmente en el sujeto.
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FormatoImpreso
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EstadoNuevo
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Isbn978-968-23-1661-6
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Peso0.35 kg.
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Tamaño14 x 21 cm.
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Número de páginas252
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Edición2
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EncuadernaciónRústica
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ReferenciaSVM10923
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Colección
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Código de barras9789682316616