Alguna vez, vi en una tienda de artículos usados una cuna desvencijada, una máquina de escribir herrumbrada, una bicicleta sin ruedas y una biblia. Estaban separados, a cierta distancia el uno del otro, y sin embargo unidos por un hilo invisible pero latente. Así resumiría este libro: un conjunto de historias disímiles, abandonadas y valiosas, en las que lo cotidiano y lo absurdo conviven en un equilibrio frágil, revelando lo humano en toda su complejidad. Sospecho que este libro puede despertar emociones diferentes, aunque no indiferencia. Cada cuento reclama su propio estilo, adaptándose a la forma que exige la historia que narra. Los textos, aunque parezcan surgir al azar, poseen una melódica disonancia que se transmite a través de palabras claras e ironías dispersas. Los relatos de Cachivaches y atrocidades son un eco del argentinismo de las últimas décadas, un espejo que refleja tanto la luz como la oscuridad, porque no puede existir una sin la otra, y alguien debe atreverse a mostrarlas.