La cultura popular latinoamericana es el escenario en el que se mezclan diversas tradiciones, prácticas y creencias, desde la época colonial. La religiosidad de los iberos y romanos, de los cristianos primitivos, los visigodos y los musulmanes de los conquistadores, se encontrará con la religiosidad propia de los grupos amerindios. Ese encuentro, llamado sincretismo, entre hispanos y amerindios, creará un universo particular, mágico rico y en matices, donde comulgan divinidades y creencias del todo dispares. En este mundo de divinidades surge la figura de San Gonzalo, imagen popular extendida por todo el país, que tiene una enorme carga simbólica. San Gonzalo transita entre el bien y el mal. En torno a su adoración existe un mundo subterráneo de brujos y brujas, curanderos, maleficios, hechiceros, venganzas, pócimas para el amor, para el odio, para dar vida y hasta para matar. Basta que el nombre de la víctima esté escrito en el libro de Camana (brujo) para que esté condenado a la traición, a la enfermedad e incluso a la muerte.