Esta novela nos deja un rictus de amargura y muestra los vericuetos de la burocracia (no en vano se desarrolla en la capital del país) y la suma de absurdos que en determinado momento marcan el destino de un poeta. Es ciertamente, un testimonio de quien sí tuvo la suerte de ser reconocido, aunque supo, de primera mano, como se mueven los resortes administrativos a la hora de obtener un salario, un lugar en el mundo cultural, un nombre dentro del anonimato de la mayoría.