Somos herederos del Barroco que nos parió, que convirtió la religión y la política en espectáculo y que ahora parece estar más vivo que nunca en nuestra cultura especializada en el simulacro. Las imágenes religiosas, con su materialidad y simbolismo, son las protagonistas de este ensayo. A través de ellas, el autor analiza la función política de las formas religiosas de la cultura popular actual para determinar el sentido del vínculo cívico que enmascaran. Imágenes que se usan para domesticar, clasificar, subordinar... Abigarradas, rigurosas, caóticas o de apariencias serena y reglada, las formas de cultos y creencias que aquí se detallan llaman a la sorpresa, a la piedad y a la indignación.