Tenemos en nuestras manos una memoria que enriquece el reconocimiento de los campesinos colombianos, de sus aportes a la formación del país, de sus resistencias a la guerra que se les ha impuesto, de sus expresiones culturales, de sus geografías y de sus anhelos de paz y bienestar. Este relato nos conduce por los territorios construidos por las comunidades de campesinos convertidas en colonos a la fuerza, huyendo de la violencia latifundista y estatal, en la búsqueda de su arraigo; representa igualmente, y como lo encontrará el lector, una ruta que enlaza el pasado con el futuro en la perspectiva de una sociedad democrática, justa y amable.