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Entre la literatura y las ciencias sociales no ha habido nunca una buena relación. La novela fue considerada en su origen decimonónico una práctica ociosa, no exenta de peligro, propia de mujeres (que eran las más habituales lectoras), y sometida a los controles de la censura eclesiástica. En las listas de libros prohibidos fueron habituales los nombre de Stendhal, Balzac, Dickens, Clarin... Muy al contrario, las ciencias sociales constituían la literatura más característica y propia del nuevo orden contemporáneo, una propuesta racional que debía articular el progreso y garantizar la prosperidad. Este libro pretende deconstruir esta contradicción.
Entre la literatura y las ciencias sociales no ha habido nunca una buena relación. La novela fue considerada en su origen decimonónico una práctica ociosa, no exenta de peligro, propia de mujeres (que eran las más habituales lectoras), y sometida a los controles de la censura eclesiástica. En las listas de libros prohibidos fueron habituales los nombre de Stendhal, Balzac, Dickens, Clarin... Muy al contrario, las ciencias sociales constituían la literatura más característica y propia del nuevo orden contemporáneo, una propuesta racional que debía articular el progreso y garantizar la prosperidad. Este libro pretende deconstruir esta contradicción.
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FormatoImpreso
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EstadoNuevo
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Isbn978-84-9123-605-4
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Peso0.26 kg.
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Tamaño17 x 24 cm.
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Número de páginas132
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Año de edición2018
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Edición1
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EncuadernaciónRústica
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ReferenciaMAC11028
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Colección
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Código de barras9788491236054