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Cuando el concilio Vaticano sitúa la lectura y la explicación de la Palabra de Dios en el centro de las celebraciones litúrgicas, devuelve al primer plano de la conciencia cristiana el hecho de que la Biblia es un texto destinado a ser leído en voz alta. Esta circunstancia tiene repercusiones en la calidad literaria de la traducción. El traductor debe elegir, entre varias fórmulas, aquella que mejor puede ser «pronunciada», y resulte inteligible cuando sea «oída». Por ello, esta nueva edición renuncia a signos diacríticos que intentan reproducir sonidos griegos o hebreos inexistentes en castellano y las grafías de centenares de nombres propios de la Biblia han sido adaptadas en castellano.
Cuando el concilio Vaticano sitúa la lectura y la explicación de la Palabra de Dios en el centro de las celebraciones litúrgicas, devuelve al primer plano de la conciencia cristiana el hecho de que la Biblia es un texto destinado a ser leído en voz alta. Esta circunstancia tiene repercusiones en la calidad literaria de la traducción. El traductor debe elegir, entre varias fórmulas, aquella que mejor puede ser «pronunciada», y resulte inteligible cuando sea «oída». Por ello, esta nueva edición renuncia a signos diacríticos que intentan reproducir sonidos griegos o hebreos inexistentes en castellano y las grafías de centenares de nombres propios de la Biblia han sido adaptadas en castellano.
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FormatoImpreso
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EstadoNuevo
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Isbn84-254-2235-3
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Peso1.60 kg.
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Tamaño16 x 25 cm.
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Número de páginas1868
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Año de edición2003
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Edición1
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EncuadernaciónLujo
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ReferenciaHEC40028
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Colección
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Código de barras9788425422355