Nació en otoño —su estación favorita— en Lodz, una gran ciudad de Polonia. Cuando tenía seis años sus padres la llevaron a Barcelona, donde se quedaron a vivir.
De pequeña era inventora. Le gustaba construir objetos, algunos útiles y otros no tanto. Se pasaba horas y horas modelando, recortando, creando maquetas, robots, autómatas, pequeños teatros…
Estudió bellas artes y acabó convirtiéndose en fotógrafa. Pero enseguida vió que aquello no acababa de convencerle. Quería crear mundos imaginarios, más allá de la realidad que conocemos. Decidió que para conseguirlo tenía que estudiar un poco más y fue a aprender ilustración a la Escuela Superior de Diseño y de Artes Llotja, de Barcelona.
Con el lápiz y los pinceles puede hacer surgir sobre el papel todo lo que imagino y todos los lugares que ve cuando cierro los ojos.