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En la Inglaterra del siglo XVII, la astrología gozaba de cierto prestigio. Y esto no resulta extraño. Basta echar un vistazo a los fundadores de la ciencia moderna para advertir cuán borrosa podía llegar a ser la línea de demarcación entre las vías de conocimiento racional y aquellas que se valían de la imaginación y la interpretación esotérica para afianzar su perspicacia. Jonathan Swift (1667–1745) tuvo como nadie la intuición de esto: que la diferencia entre la ciencia nueva y la vieja era marginal, porque lo de fondo permanecía. Astrología o astronomía, alquimia o química, metafísica o física, todo apuntaba a calmar la ansiedad de la frágil criatura.
En la Inglaterra del siglo XVII, la astrología gozaba de cierto prestigio. Y esto no resulta extraño. Basta echar un vistazo a los fundadores de la ciencia moderna para advertir cuán borrosa podía llegar a ser la línea de demarcación entre las vías de conocimiento racional y aquellas que se valían de la imaginación y la interpretación esotérica para afianzar su perspicacia. Jonathan Swift (1667–1745) tuvo como nadie la intuición de esto: que la diferencia entre la ciencia nueva y la vieja era marginal, porque lo de fondo permanecía. Astrología o astronomía, alquimia o química, metafísica o física, todo apuntaba a calmar la ansiedad de la frágil criatura.
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FormatoImpreso
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EstadoNuevo
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Isbn978-956-00-0297-6
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Peso0.15 kg.
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Tamaño16 x 21 cm.
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Número de páginas90
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Año de edición2011
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Edición1
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EncuadernaciónRústica
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ReferenciaLOM10021
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Colección
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Código de barras9789560002976