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La ley no parece asemejarse a una canción. Se presenta poco melodiosa. Sus párrafos barrocos conjugados en subjuntivo tienen poco sentido lírico. Cargante, cacareada, castrante, con sonidos cortantes: he ahí la ley. Sin embargo, hubo juristas que, al igual que los poetas, mintieron demasiado. Se inventaron las leyes, incluso las más sagradas y antiguas. Otros, como Solón, cantaron la ley para evitar conculcarla. Los juristas literarios la adornaron con brillos irisados y colosales puertas que la ocultaban. Pero incluso aquellos juristas reconocidos por su asepsia y acribia emplearon tropos poéticos y nos hablan de una ciencia jurídica -pura- o de sistemas que se -irritan-.
La ley no parece asemejarse a una canción. Se presenta poco melodiosa. Sus párrafos barrocos conjugados en subjuntivo tienen poco sentido lírico. Cargante, cacareada, castrante, con sonidos cortantes: he ahí la ley. Sin embargo, hubo juristas que, al igual que los poetas, mintieron demasiado. Se inventaron las leyes, incluso las más sagradas y antiguas. Otros, como Solón, cantaron la ley para evitar conculcarla. Los juristas literarios la adornaron con brillos irisados y colosales puertas que la ocultaban. Pero incluso aquellos juristas reconocidos por su asepsia y acribia emplearon tropos poéticos y nos hablan de una ciencia jurídica -pura- o de sistemas que se -irritan-.
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FormatoImpreso
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EstadoNuevo
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Isbn978-84-15948-18-6
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Peso0.16 kg.
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Tamaño14 x 21 cm.
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Número de páginas110
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Año de edición2013
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Edición1
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EncuadernaciónRústica
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ReferenciaMAC10719
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Colección
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Código de barras9788415948186