El libro comparte retos y vivencias respecto a la cuestión curricular desde perspectivas pedagógicas que se materializan en realizaciones tangibles, procesos y urdimbres para favorecer entre estudiantes, profesores y directivos académicos, la cognición y el aprendizaje significativo como tránsito hacia la genuina vivencia formativa. Se insiste en que la función primordial de la Universidad es la permanente formación de seres humanos integrales. Constituye una invitación a debatir profundamente la calidad de la educación superior. Se postula la formación como una conquista intersubjetiva que surge de solidaridades afectivas e intelectuales. La obra contrarresta las tendencias profesionalizantes, individualistas e intrascendentes que pervierten los ideales y opciones de la vigencia histórica de la universidad y la convivencia pacífica reforzada en la actualidad por la exclusión social evidente en nuestro país, inequitativo y repelente a la democratización dignificadora.