Con la sutileza de un ave de paso, casi en silencio, pidiendo permiso… apenas alzando los ojos y en un murmullo, ella desliza palabras como si fueran lágrimas. Desnuda su alma, se ofrece inocente… Tan pequeña, tan frágil, tan despojada, la miro y me provoca abrazarla. La leo y me descubro en sus poemas. La escucho y cada palabra suya me estremece el alma. ¿De dónde sacan fuerza los pájaros que vuelan contra el viento? ¿A dónde buscar flores en un desierto? ¿Qué versos escuchamos en el silencio…? Ella tiene las respuestas. Ella, como un eclipse, te sume entre las sombras para rescatarte luego en un rayo de sol. Y desliza poemas sin sobres. Y murmura palabras sin eco y golpea tu alma con sus manos de duende. Susana Di Vincenzo