(1907-1956) escribió algunas de las novelas más originales de su tiempo: Siloé (1941), La Rue Profonde (1948), L’Avenue (1949), La Plage de Scheveningen (1952) o L’Invitation Chez les Stirl (1955). Y dos libros póstumos: la novela Les Hauts Quartiers (1973) y Scènes dans le Château (1986), conjunto de relatos en el que se incluye Ballena. Este estudioso de Proust, a quien dedicó una tesis ya a comienzos de los años treinta, vivió recluido por una larga tuberculosis. Murió antes de cumplir los 50 años, dejando una obra secreta que ocupa hoy un lugar destacado en las letras francesas de posguerra.