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La condición obrera

La condición obrera

  • Año de edición 2014
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En su Diario de fábrica, testimonio excepcional de esta experiencia, Simone Weil transcribe la angustia, el miedo y la degradación padecidos durante las jornadas de trabajo y recoge la rabia impotente, el hastío, la amargura, las lágrimas, las broncas, la preocupación por dormir, la extinción de la facultad de pensar, pero también los escasos momentos de luz fruto de algún inesperado gesto de bondad. Todo ello lo resumirá más tarde en una conocida frase al padre Perrin: «Estando en la fábrica, confundida a los ojos de todos y a mis propios ojos con la masa anónima, la desgracia de los otros entró en mi carne y en mi alma».

En su Diario de fábrica, testimonio excepcional de esta experiencia, Simone Weil transcribe la angustia, el miedo y la degradación padecidos durante las jornadas de trabajo y recoge la rabia impotente, el hastío, la amargura, las lágrimas, las broncas, la preocupación por dormir, la extinción de la facultad de pensar, pero también los escasos momentos de luz fruto de algún inesperado gesto de bondad. Todo ello lo resumirá más tarde en una conocida frase al padre Perrin: «Estando en la fábrica, confundida a los ojos de todos y a mis propios ojos con la masa anónima, la desgracia de los otros entró en mi carne y en mi alma».
  • Formato
    Impreso
  • Estado
    Nuevo
  • Isbn
    978-84-9879-468-7
  • Peso
    0.46 kg.
  • Tamaño
    15 x 23 cm.
  • Número de páginas
    360
  • Año de edición
    2014
  • Edición
    1
  • Encuadernación
    Rústica
  • Referencia
    TRC10268
  • Colección
  • Código de barras
    9788498794687
Simone Weil

Simone Weil

Autor

Nacida en París en 1909, en el seno de una familia agnóstica de procedencia judía, asiste al liceo Henri IV donde tiene como profesor de filosofía a Alain. Tras pasar por la Escuela Normal Superior, enseñará filosofía en liceos femeninos de provincias, hasta que sus dolores de cabeza crónicos la obliguen a abandonar las tareas docentes. Vinculada a grupos pacifistas y al sindicalismo revolucionario, a finales de 1934 deja por un tiempo la enseñanza para trabajar en distintas fábricas. Llevada por esta necesidad interior de exponerse a la realidad, asumirá a lo largo de su vida distintos trabajos manuales y participará brevemente en la guerra civil española, en la columna Durruti. Entre 1935 y 1938 tienen lugar sus sucesivos encuentros con el cristianismo, que la hacen cruzar un umbral, aunque sin cambiar el sentido de su vocación. Con la ocupación alemana, abandona París acompañando a sus padres, primero con destino a Marsella y luego a Nueva York. En contra de su deseo de volver a Francia para participar en la Resistencia, es destinada a labores burocráticas por los servicios de la Francia Libre. Consumida por la pena y por una anorexia voluntaria, muere en 1943 en el sanatorio de Ashford, cerca de Londres.